Todas las películas de Studio Ghibli ordenadas de peor a mejor

Hayao Miyazaki nació al albor de la II Guerra Mundial, en 1941, y su infancia la pasó viendo una Japón destruida que estaba intentando entenderse a sí misma. En 1985, cuando fundó Studio Ghibli junto a Isao Takahata, Toshio Suzuki y Yasuyoshi Tokuma, ayudó a dar un paso más allá para que su país pudiera entenderse fuera sus fronteras, cerrar sus propias heridas y enseñar a cuidar el medio ambiente.

Puede que hacer un ranking de Ghibli sea una de las tareas más difíciles de realizar para cualquier fan de su filmografía. Y es que la peor de sus películas sigue siendo, simplemente, “menos buena”. El pasado año, el estudio de animación cumplió 35 años repletos de cortometrajes (algunos de ellos, incluyendo una secuela de ‘Mi vecino Totoro’, solo disponibles para ver en el imprescindible Museo Ghibli de Mitaka), videojuegos, anuncios y, por supuesto, largometrajes.

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Hoy repasamos concienzudamente sus 22 obras (a la espera de ‘Earwig y la bruja’ y ‘How do you live?’) no sin antes recomendar algunas de la filmografía anterior de sus miembros principales, como ‘El castillo de Cagliostro’, un imprescindible OVA de ‘Lupin III’ dirigido por Miyazaki, ‘Las aventuras de Panda y sus amigos’, dos cortometrajes realizados por Takahata y guionizados por Miyazaki, o las series ‘Sherlock Holmes’, ‘Heidi’ y ‘Marco’, que tienen mucho más espíritu Ghibli de lo que a priori creemos recordar.

Y ahora montad en el Gatobús, porque empieza un viaje por un Japón mágico y al mismo tiempo realista, repleto de aviones, naturaleza, extrañas criaturas y brujitas en escoba mágica. Vamos allá.

22. Cuentos de Terramar

Cuentos De Terramar

Cuando Goro Miyazaki, el hijo de Hayao, aceptó dirigir la adaptación de las novelas de Ursula K. LeGuin, que su propio padre quería haber realizado él mismo, no recibió más que desaprobación y malas miradas… por parte de su progenitor, que creía que no estaba preparado para esta labor.

Efectivamente, no lo estaba. ‘Cuentos de Terramar’ es una película tan mal contada que la propia LeGuin se quejó amargamente, afirmando “No es mi libro, es tu película”. No todo es negativo: hay escenas de acción muy bien realizadas, y no es desagradable de ver. Como hemos dicho, no hay una película mala de Ghibli. Simplemente una menos buena.

21. Puedo escuchar el mar

Puedo Escuchar El Mar

Es un poco injusto nombrar esta película junto al resto de pesos pesados de Ghibli, porque no es más que una animación hecha para televisión con poco presupuesto en un intento de que los autores más jóvenes del estudio pudieran hacer lo que les diera la gana y probar su estilo.

Tomomi Mochizuki dirige un telefilm sobre amores y desamores adolescentes basado en una novela que no aporta nada nuevo ni al género de los triángulos amorosos ni a la animación televisiva de mediados de los 90. Se agradece el intento, pero cuando Ghibli no lo ha repetido en los 27 años posteriores a su estreno, por algo será.

20. Mis vecinos los Yamada

Yamada

La primera obra completamente digital de Ghibli es, en realidad, un juego con los diseños y la animación disfrutable una vez pasa la sensación de extrañeza por su estructura, basada en los 4-Koma japoneses (o, dicho de otra manera, pequeñas tiras cómicas).

Protagonizada por una familia que no se diferencia tanto de nuestra Familia Ulises, con madre, padre, perrito, abuela y dos hijos, tiene su mayor foco de interés cuando pasa de la acuarela y el dibujo cartoon a la experimentación con los diseños, la animación y los géneros. Lástima que el resultado final no esté a la altura y, para qué negarlo, la mayoría de los chistes no tengan ninguna gracia y resulten añejos vistos desde un punto de vista occidental.

19. El viento se levanta

El Viento Se Levanta

Este es el primer Hayao Miyazaki de la lista, con su película menos redonda, en la que da rienda suelta a su pasión por los aviones y se dedica a dibujarlos y animarlos con todo detalle. Su pasión resulta contagiosa y es difícil no enamorarse de algunos de sus planos, pero lo cierto es que la historia y sus personajes son una mera excusa para mostrar la gran obsesión del director.

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Además, la temática bélica no está lo suficientemente bien amalgamada en el guión y deja una sensación agridulce. No es una pérdida de tiempo y su majestuosa animación se disfruta muchísimo, pero hace falta estar dispuesto a sentarse y dejarse mecer por el aire dibujado por Miyazaki.

18. Arrietty y el mundo de los diminutos

 Arrietty

Aunque algunos creyeron que sí, la ópera prima de Yonebayashi no tiene nada que ver con ‘Los diminutos’ sino con una novela de Mary Norton titulada: ‘Los incursores’. A ‘Arrietty’ le falta algo de corazón, especialmente teniendo en cuenta la historia que quiere contar, pero no le sobra ni un ápice de aventura ni de detalle.

Es una película especialmente medida hasta el milímetro en el aspecto visual, que impresiona con su delicadeza, y en sus diseños, que transmiten sentimientos de manera inmediata. Falla, eso sí, a la hora de contar la historia de amistad entre Arrietty y Sho y, en realidad, a dar un contexto realmente interesante a las aventuras de los diminutos, pero eso no quita para que sea una obra muy disfrutable, especialmente por los más pequeños.

17. Haru en el reino de los gatos

Haru En El Reino De Los Gatos

Aunque ‘Susurros del corazón’ fue la única película del Studio Ghibli dirigida por Yoshifumi Kondo antes de su muerte, se preocuparon de que tuviera un legado digno con la forma de este spin-off repleto de gatos, magia y realeza que resulta encantador, mágico y demuestra que no solo Miyazaki y Takahata tienen el monopolio del toque Ghibli.

En este caso, Hiroyuki Morita cogió el proyecto cancelado de un corto de 20 minutos para un parque de atracciones y lo transformó en una película hecha y derecha con una animación exquisita, una trama tan interesante como extraña y, por supuesto, unos diseños de gatos maravillosos. Porque si no te gustan los gatos de Ghibli, puede que haya algo muerto dentro de ti.

16. Pompoko

Pompoko

Si hay una película típicamente japonesa de Ghibli, esta sería ‘Pompoko’, que se basa en la admiración por los tanukis, sus habilidades de transformación, la magia que emana de ellos y (no finjáis que no os sorprendisteis al verlo por primera vez) su estilo de lucha… testicular.

Sin embargo, no es, ni lejanamente, difícil de entender por un público occidental: la belleza de los planos creados por Isao Takahata se conjunta perfectamente con la moraleja medioambiental de la empresa nipona y la espiritualidad que envuelve la atmósfera del film. Además, su humor funciona a las mil maravillas y la carga social y política en un segundo plano hace que sea disfrutable por niños y adultos en diferentes capas. Joya a rescatar.

15. Susurros del corazón

 Susurros Del Corazon

En el Studio Ghibli ya habían decidido quién iba a ser el siguiente gran nombre del estudio: Yoshifumi Kondo, un mítico director de animación japonés que tuvo su gran oportunidad a los 45 años con esta película. Lamentablemente, falleció poco después dejando muy tocado al resto de sus compañeros.

La obra que nos dejó es una historia de amor adolescente entre libros, gatos y violines absolutamente encantadora, que pone el corazón calentito a todo el que se acerque a ella a pesar de su relativa simpleza. A veces no hace falta dar veinte vueltas de campana para contar una historia de madurez, amor y pasión. Ojalá saber qué habría hecho Kondo después.

14. La colina de las amapolas

La Colina De Las Amapolas

Los dos Miyazakis, padre e hijo, se unieron en la segunda película de Goro. Y, si eres fan de Ghibli, te da motivos para seguir viéndola, como su sensibilidad extrema y la nostalgia por una época en la que Hayao Miyazaki estaba haciendo sus primeros pinitos en la animación.

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Tristemente, esta atención a los sentimientos y al detalle se traduce también y sin pretenderlo en una trama un tanto predecible que no intenta ir más allá como otras películas de la productora nos han acostumbrado. Es agradable de ver, la nostalgia es cautivadora y tiene una estética envidiable, pero al argumento le falta garra y arrojo para ser una de las grandes de Ghibli.

13. Recuerdos del ayer

Recuerdos Del Ayer

Si hay una película realmente adulta en Ghibli es esta, que se basa en la nostalgia de una mujer, Taeko, por su infancia en los años 60 y los momentos clave en su vida que la convirtieron en quien es ahora.

Es un film que rememora el ayer pero no lo mira con ojos excesivamente dulcificados, en el que Isao Takahata hace reflexionar sobre nuestros sueños incumplidos, las capas que nos forman como personas y las frustraciones acarreadas a lo largo de la vida. No es poca cosa. ‘Recuerdos del ayer’ es imperfecta pero bella y valiente, protagonizada por alguien que normalmente no tiene este papel en una cinta de animación, y que merece la pena ver, disfrutar y entender. Una pequeña joya escondida.

12. El recuerdo de Marnie

El Recuerdo De Marnie

En su día, ‘El recuerdo de Marnie’ se estableció como la película final del Studio Ghibli, antes de que Hayao Miyazaki decidiera salir de su retiro para hacer su nuevo film. Hiromasa Yonebayashi, su director (y a posteriori fundador del interesante Studio Ponoc), se basó en una novela británica de Joan G. Robinson para contar una sorprendente historia de amistad femenina, familia, amor y relaciones.

Es verdad que llegada a un punto del segundo acto cae un poco en la desidia, pero llega a buen puerto, convirtiéndose en un pequeño clásico moderno. No habría sido un mal punto y final de Ghibli, pero nos alegramos mucho de que los Miyazaki vuelvan a salir a la palestra.

11. Nausicaä del valle del viento

Nausicaa

Aunque hoy por hoy se incluye en toda lista sobre el Studio Ghibli, lo cierto es que su realización fue la que consiguió financiar la creación del mismo. Hayao Miyazaki creó esta obra gigantesca y ambiciosa basada en su propio –y genial- manga.

En esta película primigenia ya estaban gran parte de las manías del autor: el respeto por la naturaleza, los aviones, la magia y la espiritualidad ambientadas en un ambiente postapocalíptico que logra emocionar y enganchar desde el primer minuto. ‘Nausicaä’ desborda inteligencia, creatividad, épica y ganas de cambiar el sistema establecido. Quizá su mensaje es excesivamente obvio pero no quita para que sea una puerta de entrada perfecta al universo Ghibli.

10. El castillo ambulante

El Castillo Ambulante

Creo que no he visto una película de animación con tanta atención al detalle como ‘El castillo ambulante’, en el que no paran de moverse elementos de manera continua, cuidada, abrumadora y bellísima.

Una vez más, la película de Miyazaki acerca mensajes pacifistas y humanistas en una historia sobre la vejez y la bondad que queda un poco aguada por todo lo que la rodea: unos diseños escandalosamente medidos al detalle, una animación perfecta, unos planos de naturaleza como nadie en el anime había hecho antes. Es increíble cómo la propia película parece tener su propia respiración, como si cada uno de sus elementos tuviera vida por sí mismo. Pura belleza.

9. El castillo en el cielo

El Castillo En El Cielo

La primera película oficial del Studio Ghibli es también una de las mejores: Hayao Miyazaki cuenta una historia de aventuras con cristal mágico de por medio en búsqueda de un castillo flotante llamado –para solaz del público hispanohablante- Laputa. Steampunk puro en una época en la que el subgénero audiovisual no estaba tan popularizado y que marcó un antes y un después.

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Pero además, Miyazaki se las arregla para que sus personajes nos importen, mostrar secuencias de acción fluidísimas y captar la atención del espectador al mismo tiempo que desgrana sus muchos matices. No cabe duda de que, incluso en sus trabajos más primerizos, sabía muy bien lo que estaba haciendo.

8. Nicky, la aprendiz de bruja

 Nicky Aprendiz De Bruja

Puede que ‘Nicky, la aprendiz de bruja’ pase como una obra menor de Ghibli y Miyazaki debido a su abrupto final o a su trama liviana, pero no hace falta rascar mucho para encontrarse con una obra adulta, feminista y que habla sobre todas las sensaciones contradictorias que embargan a la adolescencia.

Pero, sobre todo, es una película honesta, con corazón, de esas que están hechas desde el amor por el cine y por sus personajes y que encuentra el ritmo perfecto desde el principio. Una preciosa maravilla a la que su adaptación en imagen real estrenada en 2014 no le hace ningún favor.

7. Porco Rosso

Porco Rosso

“Prefiero ser un cerdo que un fascista” es, posiblemente, la mejor frase de la historia del cine. Pero es que además se nota que Miyazaki estaba apasionado por todo lo que rodeaba a ‘Porco Rosso’: los aviones de combate, el antibelicismo, la relación con la historia contemporánea que él vivió de niño…

El director no oculta aquí su lado en el espectro político y sus obsesiones temáticas funcionan muchísimo mejor de lo que lo harían, años después, en ‘El viento se levanta’. Visualmente poco hay que decir: conserva y magnifica todo lo que hace a Ghibli la productora de anime más reconocible de la historia. ¡Ah! Se habló durante años de una secuela ambientada en la Guerra Civil Española, pero finalmente se desechó el proyecto. Y aún duele.

6. La tumba de las luciérnagas

La Tumba De Las Luciernagas

Si has visto la película más conocida de Takahata es muy probable que aún la estés procesando: es dura, no da ninguna concesión al espectador y seguramente acabaras llorando a moco tendido pensando en Seita, Setsuko y sus esfuerzos para sobrevivir en un Japón post-bélico.

Si ya el Studio Ghibli es de por sí profundamente pacifista, en ‘La tumba de las luciérnagas’ lo explota al máximo mostrando las consecuencias de una guerra en la que ninguno de sus dos protagonistas se ha metido de manera voluntaria. Se centra en las víctimas, en la angustia, el hambre y el dolor. Al contrario que el resto de las películas de esta lista, no hay un lado alegre a la tristeza sin fin ni redención de la película de Takahata: es una mirada al vacío imposible de olvidar.

5. El cuento de la princesa Kaguya

Kaguya

La última película dirigida por Isao Takahata antes de su triste muerte en 2018 es única, con un estilo casi pictórico: los trazos gruesos y finos, los fondos pintados con acuarela y su belleza visual se ven –esta vez sí- acompañados por una narrativa profunda que reinterpreta a su manera la historia japonesa más antiguo que existe, el cuento del cortador de bambú.

En este caso, la película se centra en Kaguya y sus decisiones vitales, sin dejar de lado el sentimiento de familia, magia y melancolía que acompañan a toda la obra. Una absoluta maravilla delicada y sensible como un tallo de bambú que se acaba de abrir.

4. Ponyo en el acantilado

Ponyo

Ponyo es una niña pez, del mar ella ha venido, verás que guapa es. La película más cuqui de Ghibli tiene una banda sonora pegadiza que acompaña a algunas de las escenas mejor animadas que jamás se han podido ver en una sala de cine. Saber que esas olas han sido dibujadas y animadas manualmente y que para la producción se usaron 170.000 imágenes diferentes da casi escalofríos.

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Ponyo es una película sobre la amistad y la necesidad del cuidado de la naturaleza que es simplemente encantadora, entrañable, pura e inocente. Su belleza es fantástica y poco se le puede reprochar a una película familiar pero no ñoña, mágica y simplemente fabulosa.

3. La princesa Mononoke

La Princesa Mononoke

Seamos sinceros: cualquier película a partir de aquí es intercambiable. Es Ghibli y Miyazaki en estado puro y ponerlas en un orden es una misión imposible en la que ya nos gustaría ver a Ethan Hunt. ‘La princesa Mononoke’, una vez más, se mueve en torno a la ecología y al consumo feroz de sus recursos por parte de la humanidad, sin dejar de lado la fantasía y los elementos sobrenaturales.

Además, no escatima en violencia, con secuencias de acción animadas con una soltura envidiable e introduciendo una dualidad entre el bien y el mal que va mucho más allá, dejando de lado cualquier interpretación simplista y mostrando un tono y una sensibilidad diferentes a cualquier otra película del director: los personajes tienen diferentes capas, la animación deja sin palabras y es una obra clave en la historia del anime con total justicia. Y este es solo el puesto número 3.

2. Mi vecino Totoro

Totoro

‘Mi vecino Totoro’ está plagada de escenas y momentos clave de la historia del anime: la llegada del Gatobús, la espera bajo la lluvia, la primera aparición de Totoro, el vuelo surcando los aires… Pero no hay que olvidar que estas escenas de fantasía mágica están bordeadas por una historia muy humana sobre el dolor, la incomprensión y la soledad de dos niñas, Satsuki y Mei, cuya madre tiene una enfermedad y tiene que recluirse en el hospital.

En realidad, Totoro (del que es posible que tengáis llaveros, figuras y todo tipo de merchandising golosísimo) es la salida de estas niñas al miedo y a la realidad más dura que no para de golpearlas. ‘Mi vecino Totoro’ es una película que invita a dejarse llevar, a explorar, a navegar por su metraje sorprendiéndose con cada detalle, cada sonrisa y cada llanto de sus protagonistas. Cine de merecidísimo culto.

1. El viaje de Chihiro

Chihiro

Ninguna película representa tan bien al Studio Ghibli como el iniciático viaje de Chihiro en un mundo ancestral (y muy japonés) conociendo distintos personajes fantásticos y lidiando tanto con la magia como con lo espiritual en una sociedad cada vez más dada a dejar ambos de lado. La entrada de Miyazaki en el nuevo milenio fue, en realidad, una reflexión sobre la tradición japonesa, representada por los yokais y las criaturas fantásticas, y la modernidad, representada por Chihiro, quizá la heroína más cotidiana de la filmografía del director, siempre sorprendida y en plena evolución.

Es una obra sobre el pasado visto desde la actualidad que cuenta con unos diseños únicos, una animación embriagadora y una historia con un Miyazaki en estado de gracia. Sí, ‘El viaje de Chihiro’ es la gran obra maestra de un estudio con el que cada película es siempre una grata sorpresa. Y después de verla, al igual que Chihiro, no volveréis a ser los mismos. Ese es el poder del cine, y más concretamente el de Ghibli: puede tocarte en lugares donde ninguna persona podría hacerlo, calentarte el alma y dejar que reflexiones.

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